
Cambiar de ropas...
La realidad institucional del ICTM es tan precaria y corrupta que parece absurdo oponerse a su transformación-liquidación parcial o total. Pero conviene primero hacerse algunas preguntas, porque hasta las “buenas acciones” en malas manos, terminan por favorecer a unos pocos y en detrimento de lo colectivo. Tenemos algunos ejemplos recientes de ello, unas políticas culturales mal elaboradas, sin fundamentos ni evidencias reales de cómo se tejen las prácticas culturales en el territorio, unas políticas impuestas por decreto y sin elaboración desde la participación ciudadana, desconociendo los procesos, anulándolos, borrándolos con el aval de un consejo de cultura que no nos representa. La estampilla pro-cultura, otro ejemplo, implementada al inicio de esta administración con bombos y platillos, a través de la cual se aspiraba acceder a una nueva fuente de financiación para iniciativas culturales de la ciudad. El dinero se recaudo pero no sumo a los presupuestos concertados en esta vigencia 2022. ¿Qué se hizo? A la larga termino siendo una oportunidad para darle mayores recursos a una gerencia sin visión, sin conocimiento, favoreciendo relaciones de clientela política y cultural, más contratación directa, para los amigos de este o aquel. ¿Dónde quedaron los recursos de la LEP con destinación exclusiva? Aquí se mezcla todo, se desconoce el objetivo, la función de las fuentes, no hay juicio, ni mucho menos determinación para que "avancemos" en Cultura. Esto podría pasar con el cambio del ICTM (una parte de este) a Secretaría Municipal de Cultura.
Otra pregunta ¿quién lo esta movilizando? y ¿con qué intereses? Ya estaba en el plan de gobierno y en el plan de desarrollo pero a nadie le intereso, y con nadie me refiero a la ciudadanía, a las organizaciones culturales y sociales. Incapaces de juntarnos y movilizarnos colectivamente dejamos pasar el tema. Y allí esta la pregunta más difícil ¿qué va a cambiar la conformación de una secretaría de cultura en un “sector cultural” atomizado, “disciplinado”, que no se ve a si mismo como un ecosistema cultura-territorio?, ¿cuáles van ha ser las acciones para madurar a estos actores culturales para una transformación en sus propias visiones y formas de hacer? No es un pequeño ni gran instrumento para la transformación de la cultura, los instrumentos son otros, el camino es otro, el de la juntanza consciente y sostenida. Una que sirva para democratizar los recursos y romper el lastre de corrupción y clientelismo. Que nos de legitimidad para ejercer el control político que no se ejerce desde las instancias de ley. Que no se ejerce desde un Concejo municipal cooptado políticamente. En el escenario actual es solo una acción coyuntural de liderazgos políticos y compromisos electorales. Una distracción más que nos deja la misma paradoja: actores culturales que trabajan cotidianamente en lo social y comunitario incapaces de tejer lo colectivo.
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Luis David Acosta - Lina Paola Duque