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Usurpando el lenguaje, lavando las palabras  

“Cultura Ciudadana Biocultural”

2023 es nuevamente un año electoral, esta vez a nivel local, y ya se viene la carrera de discusiones sobre la “visión” del “sector cultural” en la que los tristes líderes de siempre saldrán a proponer los grandes cambios de siempre, usurpando el lenguaje actual, el que este de moda; los veo hablando de tejido y juntanza, de bioculturalidades y territorialidades, ellos serán los nadies, la resistencia. ¡¡¡Que empute!!! La diatriba de este texto es para persuadirlos y advertir que esta vez no lo permitiremos, quitémosle ya la mascara a estos títeres de la política tradicional.

 

El problema no es que tomen el lenguaje de los otros o que se nombren como lo que no son, el problema es que terminan promoviendo y apoyando todo lo contrario de lo que dicen promover y ser. Desdibujando el potencial real de transformación de la emergencia cultural. Aquí me detengo a explicar con un ejemplo sencillo.  Buscando algunas definiciones básicas de lo Biocultural uno se encuentra parrafitos así: “entender la bioculturalidad como la interrelación de la vida en todas sus manifestaciones –biológicas, culturales y lingüísticas que han co-evolucionado dentro de complejos sistemas adaptativos socio-ecológicos.” Maffi (2010).

 

Luego nos encontramos que desde (Manizales Biocultural), enlazando a la “CASABIO” se convoca a una "Semana por la Cultura Ciudadana" de esta manera: “Desde este 06 hasta el 11 de febrero el arte y la pedagogía se toman la carrera 23. La reafirmación constante de la responsabilidad social individual para una mayor conciencia social, a través de la educación ciudadana y la implementación de mejores hábitos ciudadanos, con el arte como vehículo comunicativo.”

 

Notan el cambio, parece leve pero es profundo. Pasamos de una clara relación colectiva de ecosistema, a una responsabilidad individual, a los hábitos del ciudadano. Entonces quienes deberían promover complejas acciones colectivas, se dedican a hacer la educación de la norma de transito, de la civismo en la calle: “Moralidad y civismo” a la manera de Carreño, con el apoyo de artistas locales precarizados. A estos últimos les quitan el filo. Cosas que pasan cuando la palabra se nombra vacía, sin pisar el territorio, sin caminarlo, sin vincularse en ninguna defensa real de alguna comunidad o en el desarrollo de procesos de largo aliento, de años de compromiso permanente, creativo y de acción. Cuando se hace para facturar.  

 

 Quedando al final la peor parte: “el arte como vehículo comunicativo”. Óigase bien el arte y el “sector artístico”, como debería llamarse a todxs los gestores y organizaciones culturales incapaces de territorializarse, es una suboficina publicitaria de alcaldía o del ICTM. ¿Será esta la visión que tienen de la futura Secretaria de Cultura y Civismo?

 

Nada de eso. Hoy la cultura es para transformar nuestra relaciones BIOCULTURALES, para armonizar el territorio y las crisis: de vivienda, de desigualdad, imaginaria, de poderes políticos… Así que lavemos las palabras, arrebatémoslas, devolvámoslas a donde vienen: hagamos ARDER TODO, para que lo nuevo sea como la flor de páramo, resistente, flexible, hermosa y medicinal.

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