
TEJER LO COLECTIVO. LA PARADOJA DE LA “CULTURA”
Después de más de tres décadas (en un escenario cultural emergente sin precedentes) el sector o ecosistema cultural enfrenta una paradoja: Tejer lo colectivo. Durante años se ha hablado de la necesidad de articularse; de agenciarnos colectivamente en espacios de participación formales; de construir en conjunto con la institucionalidad Políticas públicas de mediano y largo plazo; de hacernos representar en cargos como consejos, alcaldías, asamblea, etcétera. La tarea sigue pendiente. Así lo evidencio el descarado robo que se realizo en el año 2019 desde el Instituto de cultura y Turismo de Manizales y que afecto a un considerable grupo de organizaciones culturales, por mas de 2000 mil millones de pesos, y que no ha generado aún una respuesta organizada. Ningún tipo de sanción moral o política a nadie. Ni a los responsables directos, ni a los funcionarios que desde adentro participaron de este festín y siguen en sus cargos.
La paradoja esta en que nuestro propósito y trabajo se centra en la construcción de lo colectivo. Ya sea que lo entendamos como comunidades, públicos o territorios; agrupaciones, colectivos u organizaciones: hacemos desde y para lo colectivo. Y se torna urgente en una coyuntura en la que debe recuperarse la confianza, incluso la dignidad. ¿Cómo responder colectivamente ha este momento? Ya sabemos que la institucionalidad busca su continuidad y lo ha dejado claro presentando una Política Pública de Cultura en semejante contexto y al anunciar tímidamente el surgimiento de una Secretaria de cultura municipal, sin convocar públicamente a la discusión sobre las transformaciones de fondo que se realizarán para poner fin a las practicas de clientelismo que la agobian, o a la manera como se reestructurará, articulando la cultura al territorio en una agenda de ciudad que le de contexto. Es lo propio de gobiernos emprendedores y tecnocráticos que responden a resultados aparentes buscando favorecer el perfil de funcionarios y dirigentes que usan estas instituciones para su propio beneficio.
Tampoco ha funcionado la representación política en cargo electivos. Concejales, ediles, diputados que terminan cooptados por las mismas prácticas que rechazan, favoreciendo pequeños sectores, proyectos específicos, liderazgos atomizados.
Convoquémonos entonces a una juntanza por lo colectivo, independiente y autogestionada. Sacudámonos el cansancio y el miedo, para construir una agenda propia. Que contemple primero el territorio, que rechace el clientelismo y sus dirigentes, que active todas las diversidades creativas, que reconozca y abra espacio a los actores emergentes. Que se piense en unión con lo educativo, político y ambiental. Que integre el derecho al territorio, a la ciudad, a la cultura, a la justicia. Hagamos nuestras propias cartografías del territorio para vernos y transformarnos en nuestro sentir y hacer. Seamos dignos de nuestras propias obras, canciones, libros, poemas, películas, talleres, proyectos, voces, territorios…